Aprendiendo a soltar
30 de septiembre de 2016
Seguro que a todos los que estáis leyendo esto ahora mismo habéis tenido que aprender a soltar algo o a alguien en algún momento de vuestra vida. En ocasiones, las personas nos aferramos a situaciones que no pueden ser, parejas o personas que nos dañan, o que simplemente no desean estar a tu lado. Este apego, que puede volverse obsesivo, te mantiene esclavo, generando aún más angustia, confundiendo el deseo con necesidad, y en definitiva, destruyéndonos lentamente.
Cuando estamos inmersos en este estado, el pensamiento tiende a distorsionarse, y pensamos que sin esa persona o situación determinada no podemos vivir ni ser felices. Sin embargo es todo lo contrario, la felicidad, la alegría, son emociones, y éstas provienen de dentro. Por supuesto que las experiencias que vivimos nos generan estos cambios de estado, sin embargo, muchas veces nuestro pensamiento, ese discurso que nos contamos y a través del cual vemos el mundo, puede estar tan distorsionado que no nos permite experimentar el placer de lo que tenemos, ya que únicamente nos concentramos en aquello que nos falta.
Soltar, en definitiva, conlleva aceptar que las personas son libres, y que nosotros únicamente somos dueños de nuestra propia vida. No implica renunciar a un deseo o a una meta, pero sí a la necesidad compulsiva de ese resultado.
Aceptar y disfrutar lo que tenemos en el presente, conectar con nuestra esencia y practicar el amor propio. Seguro que cuando estás en contacto con las cosas buenas que tienes en la vida, y te permites disfrutarlas, toda esa agonía se va disolviendo.
Soltar es un proceso, dedícate tiempo, y sobre todo, ¡quiérete!
María Espigares de Silóniz | Psicóloga y Psicoterapéuta Gestalt en Madrid