5 de Mayo de 2016
Todos conocemos a alguien que de una manera u otra ha perdido un ser querido. Muy posiblemente, incluso la mayoría de nosotros hemos perdido a alguien importante en nuestra vida. Sin embargo, el hecho de que hayamos pasado por esa experiencia no determina que sepamos actuar a la hora de acompañar en el dolor a quien sufre esa pérdida. Es frecuente sentir miedo en estas situaciones, y pensar que, por algo que digamos, podemos hacer sentir peor al doliente, por lo que tendemos a dejarles solos, pensando que si nos necesitan ya nos llamarán.
Todos hemos oído las típicas expresiones que se repiten en estas situaciones: “Te acompaño en el dolor”, “No somos nada”, “si me necesitas…llámame”, “Tienes que ser fuerte por (tus hijos, marido..)”, “Ya ha dejado de sufrir”, “se como te sientes” y un largo etcétera de expresiones que, lejos de aliviar, pueden producir desconcierto e incluso rabia en el doliente.
Acompañar a una persona en su duelo significa estar junto a esa persona. A veces un gesto tan simple como sujetar la mano, una caricia y/o simplemente permanecer en silencio junto a la persona puede reconfortar más que cualquier palabra.
Nuestra actitud con el doliente ha de ser serena, estando abiertos a sostener el dolor de la persona y cualquier otra emoción que pudiera manifestarse, como la rabia, la ira… Es normal que la persona en duelo experimente sentimientos contradictorios, por ello es tan importante estar abiertos y calmados en estos momentos para favorecer la expresión y ventilación emocional del doliente, lo cual es de gran ayuda.
No esperes a que la persona en duelo tenga la iniciativa de pedirte ayuda, piensa que esta persona está sumergida en el dolor y puede que no encuentre fuerzas ni voluntad para realizar las actividades más cotidianas como comer, trabajar, hacer una compra… Hacer visitas frecuentes, proponer planes y acompañarle en lo cotidiano puede infundirles ánimo y confianza. Si además de todo esto, te informas acerca de lo relacionado con el duelo, tu ayuda será más efectiva.
En ocasiones, aún cumpliendo con estas pautas, la persona en duelo puede sentirse tan afligida, bloqueada, insegura… etc, que precise de una intervención profesional para su recuperación. Es posible que además de perder un ser querido, la persona esté sufriendo otras pérdidas asociadas de las que ni es ni somos conscientes, ya que no sólo pierde a esa persona, sino que pierde lo que representa esa persona. En ocasiones, estas pérdidas secundarias pueden estar relacionadas con la pérdida del sentimiento de seguridad, estatus social, vida social, etc..
Es por ello importante, que si detectas que la persona a la que quieres ayudar no experimenta mejoría ni alivio con el paso del tiempo, puedas ponerle en contacto con algún profesional de la psicología especializado en duelos que pueda ayudarle.
María Espigares de Silóniz | Psicóloga y Psicoterapéuta Gestalt en Madrid