17 de Febrero de 2016
Cuántas veces nos habremos propuesto no comer, beber o hacer algo que no debemos, pero al final acabamos haciéndolo. A menudo, las metas “sensatas” a largo plazo entran en conflicto con la tentación de los placeres inmediatos. Resistirse a una tentación requiere de cierto autocontrol, de la capacidad de anteponer los objetivos a largo plaza a las recompensas inmediatas u otros obstáculos.
¿Cómo podemos favorecer el autocontrol? El ser humano disfruta de los placeres, de eso no cabe duda, pero abusar de la sensación de bienestar puede conducir a graves problemas ya sean familiares o de salud. Es por ello que el autocontrol es considerado una virtud, ya que puede protegernos o salvarnos de consecuencias indeseadas originadas por un comportamiento impulsivo.
Según varios estudios realizados, se concluye que existen dos fuerzas que compiten por el control sobre nuestro comportamiento: el sistema reflexico, que panifica de forma racional, y el sistema impulsivo, con sus conexiones asociativas rápidas. En la actualidad, se sabe que la capacidad para autocontrolarse disminuye al hallarse bajo una presión psicológica, estrés o los efectos del alcohol. Podemos definir autocontrol como la fuerza de voluntad cuya finalidad estriba en dirigir la propia conducta hacia metas a largo plazo. Se entiende que los recursos cognitivos son con frecuencia limitados. La capacidad para autorregularse depende de estos recursos, por lo que una tarea que precise un gasto mental elevado va a provocar que decrezca el control sobre la siguiente acividad, incluso si las tareas, en apariencia, nada tenían que ver entre sí.
De esta forma podríamos decir que cuando los recursos de control resultan escasos, los impulsos cobran mayor fuerza que cuando actuamos acorde con nuestras metas a largo plazo, aumentando nuestra capacidad para llevarlas a buen término. Otro factor importante que influye sobre el dejarse llevar por los impulsos o no es la personalidad de cada uno. Algunas personas saben contenerse sin mayor problema, en cambio otras tiran la toala con gran facilidad. Al fin y al cabo, el grado de autocontrol depende de la interacción de diversos factores, aunque existen suficientes indicios para mejorar los propios impulsos y reacciones.
Elena Peñalver González | Psicóloga sanitaria en Madrid