Empatía

21 de Noviembre de 2014

La empatía ha sido muy estudiada a lo largo de los años, lo importante es que a pesar de los puntos de vista tan opuestos desde los que ha sido definida, como es el cognitivo y el emocional, podemos contar con Davis, que ha sido capaz de integrar ambos conceptos para definir la empatía. En cambio, e de mencionar que la definición de empatía que más me ha llamado la atención ha sido la de Stotland que habla de ella como “la reacción emocional de un observador que percibe que otra persona está experimentando o va a experimentar una emoción”.

Con respecto a la perspectiva neuropsicológica, me ha agradado mucho la mención de las neuronas espejo, ya que siempre había tenido personalmente la idea de que estarían muy relacionadas con la capacidad de empatizar de las personas, ya que si comprendes la expresión facial de alguien, eso debería llevarte a sentir tanto emociones positivas como negativas, o al menos preguntarte que es lo que lleva a esa persona a expresarse de esa manera.

Es sencillo comprender que una persona sociable, tenderá más a una empatía sana que una persona introvertida cuyas relaciones personales le son más difíciles de establecer y por lo tanto, tal vez, llegue a percatarse de que la otra persona está pasando por un mal momento, pero no sea capaz de compartirlo con ella o no se preocupe mucho por la situación de ésta. La Angustia personal es un concepto del que no había oído hablar en relación con la empatía, y comprendo que lo relacionen con el Neuroticismo, ya que esté último siempre tendrá cierta tendencia a la agitación hacia sus emociones, debido a su necesidad férrea al control de la situación. Un neurótico empatizará con la otra persona pero, seguramente no de una forma tan sana como una persona menos neurótica.

No pongo en duda que las mujeres somos mejores empatizadoras emocionales, ya que socialmente se nos ha permitido expresar nuestras emociones, cosa que siempre ha sido más criticado en un hombre. La mujer, además de ser emocional, siempre ha tenido más presión social, lo que le ha hecho evolucionar más fortalecida en este campo. Nosotras podemos llorar, pero también es importante que sepamos estar ahí para cuando los demás lloran, saber reaccionar como ellos esperan.

Con respecto a las aplicaciones en el ámbito clínico, sí que es cierto que muchos trastornos de personalidad van a tener en común su carencia en empatía, como es el caso de la personalidad esquizoide caracterizada por una desconexión de las relaciones sociales y restricción de la expresión emocional. Con respecto al Grupo B de los trastornos de la personalidad, son de destacar por su déficit empático el trastorno narcisista, el trastorno límite de la personalidad relacionado con una inestabilidad en las relaciones interpersonales, la autoimagen y los afectos y el antisocial marcado por un alto desprecio y violación de los derechos de los demás. Este último parece que ha sido muy estudiado en relación con la empatía, así como la psicopatía.

Todo buen psicólogo debe tener siempre en cuenta la relación que se genera entre terapeuta-paciente, es cierto que en la corriente dinámica este punto es uno de los más importantes en la terapia, la Transferencia y contratransferencia. Pero en el enfoque cognitivo-conductual, considero que no deberíamos dejarlo de lado. Si un paciente te resulta antipático, no quiere decir que se merezca un trato diferente que aquella persona que no te lo parezca, somos humanos, pero también profesionales y en el momento en que una persona se convierte en nuestro paciente está en nuestras manos su confianza y muchas veces, esperanza por mejorar su calidad de vida.

Por último, me gustaría hablar de una Teoría que surgió desde el interaccionismo Simbólico, el cual basa la esencia de la sociedad en los vínculos “mentales” entre sus miembros. Se trata de la Teoría del Rol, de la cual quiero rescatar dos conceptos de gran utilidad en el campo de la psicología aplicada, “role-playing” y “role-taking”. El primero hace referencia a la efectiva y observable conducta de un individuo cuando desempeña un rol determinado. El segundo, desarrollado por Mead, es un concepto puramente psicológico que alude a la actividad cognitiva, de carácter empático, por la que una persona “se pone en el lugar de otra”. Según la teoría de Mead, el proceso de socialización consiste en ir interiorizando los caracteres generales del grupo al que pertenecemos. Aquí es donde quiero destacar que este proceso es posible a través de la utilización del role-taking, la interiorización de las actitudes del otro, ya que éste permite tanto que nos pongamos en la perspectiva de cualquier otro individuo como que nos situemos en las perspectiva de otro generalizado más amplio.

El ser humano es un ser social, donde la comunicación año tras año, gana mucha fuerza e importancia y considero imprescindible no sólo ser socialmente emprendedor, sino saber comprender y manejar los pensamientos y sentimientos de nuestro entorno.

Elena Peñalver González |  Psicóloga en Madrid

epenalver@psicologiamentae.com